Mauricio Neira es titulado de la carrera de Odontología de nuestra Universidad de La Frontera. Tiene 26 años y es oriundo de la comuna de Nueva Imperial de la Región de La Araucanía. Terminó su enseñanza media en Temuco y en el 2010 ingresó a estudiar lo que hoy sería su profesión, gracias a la cual hoy trabaja en el Hospital Diospi Suyana de la zona rural de Apurimac en Perú.

Conoce a continuación su historia y de qué manera vivió el proceso hasta llegar al voluntariado que hoy realiza en el país vecino.

Para empezar, ¿qué te motivó a estudiar Odontología en la Universidad de La Frontera?

La verdad siendo sincero, cuando era chico, ser profesional de la salud era muy bien visto en mi ciudad. Luego en la enseñanza media, mis inclinaciones hacia la biología me llevaron hacia esa área y mi primera intención era medicina, como a la gran mayoría que entra a la carrera, pero más que ser la segunda opción, resultó ser una de las carreras que me ofrecía vida familiar, noches tranquilas y la vez, capacidad de emprender. Además de ser una carrera transversal a todos los grupos sociales y económicos, y ser una herramienta para entrar a otras fronteras, ya que se ejerce en cualquier idioma del mundo de manera práctica.

Y por el lado más nostálgico, ¿qué recuerdos tienes del pregrado?

Recuerdos hay muchos. Soy partidario del mechoneo, lo defiendo a muerte, lo disfruté y siento que es parte de tu presencia en una universidad tradicional. Los excesos son malos siempre, pero que me lo hicieran y yo hacerlo es inolvidable.

Luego de eso la carrera es muy difícil, a veces frustrante, a parte de las fiestas o las celebraciones con los amigos, estudiar juntos es algo que siempre agradecí, el poder preparar las pruebas en grupos de estudio y el poder compartir con otras carreras a través de las agrupaciones te enseña a ver de forma más amplia e integral tu profesión.

Payamédicos  fue una agrupación que me ayudó, enseñó y modeló el trato al paciente con dignidad, amor y respeto. Tratarlo de manera positiva, íntegra y juguetona, casi picarona. Grandes amigos que conocí, cracks del clown y dedicados en lo humano y logístico. Y de la mano del Grupo Bíblico Universitario que es un oasis en medio del estrés y el ir y venir de la U. Fueron las agrupaciones que ayudaron a formar de manera completa gran parte de lo que soy ahora como profesional, la familia del GBU, donde en medio del safari universitario puedes hallar apoyo, contención y afecto.

La Ufro es la única U de Temuco en la que el 2 de enero puedes tener clases o un examen, me pasó para el paro estudiantil del 2011, ser primero parte de la revolución pingüinos y luego ser testigo de la toma de La FacMed más larga que hubo en la U, fue caótico y desesperante.

¿Hay algún o algunos docentes que hayan marcado de cierta forma tu carrera?

En cuanto a los profesores, mérito propio tiene la Dra. Aravena, que yo reconozco no fui buen alumno en Patología I y yo amaba ir a sus clases, pero sus pruebas eran perfectas. Me costó con ella, reprobé una asignatura y otra pasé raspando, pero siento que lo que más recuerdo son sus clases. Si llego algún día a ser docente, ella  sería un referente.

Y obvio, docente de Clínicos Andrea Seiffert, con su simpatía y complicidad amistosa y el gran Álvaro Díaz, un crack de la educación con el paciente pediátrico, un grande, un gran profe, un grande entre los más chicos.

Cuéntanos acerca de los voluntariados que comenzaste, incluso antes de entrar a la universidad, ¿cómo surge y en qué consistían en un principio?

Los primeros viajes de corto plazo eran tiempos en que tu no solo tenías el privilegio de servir a los demás, sino que ellos también tenían esa oportunidad hacia ti. El compartir las buenas noticias de este tipo de sociedad con personas más sencillas que uno, fueron las primeras aproximaciones, y al ganar experiencia y también contactos fue cada vez más simple servir y no solo en pequeñas épocas del año.

Un día una amiga que trabajaba en las comunidades del sur expuso su trabajo en una asamblea de personas, yo la oí y a los 17 años me animé a participar con ella. Le escribí y al cabo de un mes ya estaba embarcado a una isla del sur. Fue genial, era época navideña y la primera vez que la pasaba fuera de mi casa sin nadie de mi familia, realmente me sentía haciendo algo digno de Navidad y luego año tras año, se repetía en veranos e inviernos, visitando partes alejadas y compartiendo con comunidades muy distintas a la mía.

No pensaba que ese iba ser el primer viaje de muchos otros y que la carrera que eligiera, sería la llave para ayudar a las personas en esos viajes.

Apurimac, Perú. Región donde vive Mauricio actualmente.

Con respecto a lo que indicas acerca de que la carrera que elegiste fue la llave para ayudar personas, ¿a qué te refieres con ello?

Es una carrera transversal, todo el mundo tiene dientes y los que no tienen necesitan, así es como de una simple charla o consulta paciente -profesional, pueden crearse lazos y relaciones profundas, aquí y en cualquier parte del mundo. Además el costo de los tratamientos en nuestra área son vistos como una gran ayuda en comunidades alejadas y pobres, que incluso se cierra por ideologías religiosas o políticas al mundo.

¿De qué manera la UFRO y tu carrera aportaron a que puedas seguir el camino que elegiste y en el cual te desarrollas en la actualidad?

La UFRO te enseña a valerte por ti mismo, te enseña a pensar y a abrirte camino. En todo lo que me pasó a mi, no es leer una bibliografía y listo (algunos ramos si) pero uno dependía de la autonomía y proactividad y eso te lleva a desarrollar habilidades blandas que te permiten desenvolverte en todos los estratos de las sociedades, incluso en un país tan marcado económicamente como el nuestro. Odontología brinda eso. La verdad en la UFRO se sufre por egresar y Odontología tiene ese sello muy marcado, y lamentablemente el sistema te enseña a ser resiliente, a luchar por tus sueños, y a dejar otros por cumplir metas, con lágrimas, desvelos y también alegrías.

Mauricio en uno de sus viajes de voluntariado

Cuéntanos acerca de los viajes durante tu época de estudiante, ¿qué rescatas de ellos?

El viajar te abre la mente, te invita a agradecer lo que tienes y a identificar lo que te sobra o estás equivocado para dejarlo.

La mayoría de los viajes fueron gestionados a través de la Iglesia que participaba en un proyecto llamado “Navidad con Jesús”, donde jóvenes de todo el país se movilizaban a comunidades en zonas extremas a llevar la Navidad a los niños que no podían tener una en sus casas.

Un viaje a Centroamérica, a una comunidad indígena de Panamá gestionada por Movida, me permitió conocer la realidad de gente de otra raza, idioma y cultura, mostrándome lo universal de nuestro egoísmo y también de lo que las buenas noticias pueden producir en personas que las creen y adoptan para ser transformadores del mundo. Mi función en esos viajes era más que nada de apoyo logístico y en los años más altos de carrera fueron viajes en donde como estudiante educaba y orientaba a las personas o su cuidado personal y bucal, además de desarrollar mis dones y talentos en el trabajo con niños y adolescentes.

Ahora hablemos sobre lo que realizas actualmente en Perú, ¿cuál ha sido el proceso y qué haces actualmente?

Mi trabajo en Perú consiste en ser dentista a tiempo completo en un Hospital que fue fundado con la intención de otorgar salud de calidad a las personas mas pobres de Latinoamérica. Ellos se enfocaron en Los Andes peruanos específicamente en la región de Apurimac, donde crearon el Hospital Diospi Suyana. Al leer un libro de este hospital que me prestó una amiga, envié un mail preguntando lo necesario para llegar a trabajar con ellos. Ellos me explicaban que es un hospital cristiano y que ese sería uno de los requisitos principales, además de la documentación que acreditara mi carrera. El resto del proceso fue un ir y venir de correos electrónicos, y la creación de un proyecto en conjunto con mi Iglesia (Presbiteriana de Chile Cristo el Salvador) quienes financian mi estadía en Perú, comida y alojamiento y así yo puedo trabajar sin preocupación, sin tener ahorros o inversiones, pero sí viviendo feliz y tranquilo, con la intención de ampliar el tiempo allá. Lo más complicado fue gestionar un permiso provisorio de licencia profesional en Perú.

Respecto a tu familia, ¿fue muy difícil dejar tu casa y tu mamá y hermanos para partir? Pese a que Perú está cerca, ¿cómo se lo toman ellos, y tú?

Lo más difícil quizás no fue dejar la familia, como siempre he estado viajando no es algo nuevo para ellos y creo que en nuestra generación millenial es bien normal tomar las maletas y marcharte. Lo que si es difícil es dar a entender a los más pequeños, mis sobrinos que el tío va a ir a ayudar a otras personas, y no porque no los quiera a ellos, sino que nosotros estamos tan bien acá que es necesario que podamos dar las mismas oportunidades a otros. El no estar en sus cumpleaños, y el no abrazarlos los fines de semana es algo que estando en cualquier lugar cerca o lejos, se extraña.

¿De qué manera la UFRO aportó a tu formación personal y profesional para lo que tu realizas hoy y la idea de labor social que tenías en mente incluso antes de entrar?

Al ser una universidad tradicional, la UFRO crea un universo en donde tanto el más rico, como el más pobre pueden estar en el mismo salón, y dependiendo de su esfuerzo y capacidades, más sus talentos, pueda salir adelante. La UFRO también en sus campos clínicos, nos llevó a trabajar con comunidades rurales, incluso extremas, viendo los distintos contextos y en muchos casos siendo uno más en los equipos del centro de salud. La UFRO en todos los estudiantes, incentiva el crear resiliencia y a luchar con la frustración. En esta carrera no son suficientes tus horas de estudio, depende mucho de tu proactividad y capacidad de organización.

Hospital Diospi Suyana, Perú. Donde actualmente trabaja Mauricio

¿Qué le dirías a los estudiantes o titulados recientes que tienen ganas de seguir un camino como el tuyo, relacionado a la labor social, tanto en nuestro país, como en el extranjero?

Primero a los  estudiantes, les diría que aprovechen cada espacio libre en que no tengan que trabajar para pagar su matrícula o su arriendo, o que no tengan que estar haciendo trabajos, que se dediquen a observar su comunidad, ver qué cosas no están bien, que vean qué identifican que ya no son problemas del Estado, sino responsabilidades personales, qué pueden hacer ellos como estudiantes. Segundo, que se acostumbren a vivir con poco, no digo que no aspiren a grandes cosas, sino que sean sencillos, que sepan administrar lo que tengan, que sean sinceros con sí mismos, que no traten de hacer las cosas para sentirse mejores y luego olvidar a la gente, sino que sean genuinos, abiertos y constantes.

A los titulados decirles que nunca es tarde, si saliste hace poco que aproveches que tienes tiempo y libertad para servir a otros sin nada que lamentar. Tienes una vida entera para hacer dinero, y si tu vida no fuera larga, espero que no tengas que pasarla entera pensando en dinero y esclavo de un sistema. En cada persona con la que trabajamos está la imagen de Dios, fuimos creados a su imagen, y hay una dignidad intrínseca dentro de cada ser humano que lo hace importante, sea niño o viejo, hombre o mujer, negro, blanco, inmigrante o nativo. Todos tenemos esa imagen y todos también deseamos conocerlo.

 

Finalmente, ¿qué te parece que la UFRO se preocupe de mantener el contacto con sus titulados y contar a la comunidad los caminos que han seguido luego de egresar?

Me parece super bien la iniciativa. Siempre he sido partidario de la educación participativa y activa tanto por estudiantes, titulados y docentes. Es bueno mantener relación con la universidad y es una ventana de aprendizaje mutuo y de socialización con la comunidad importante.